lunes, 16 de diciembre de 2013

¿Por qué los padres de TV son como son?

En principio parece una tontería pero el típico cliché de la TV (y varios libros) de que los protagonistas no tengan padres, o estos sean muy tontos, siempre me ha inquietado.

¿Por qué los padres son como son en la TV?

La respuesta inicial es “Para evitar las complicaciones argumentativas”. Claro, es obvio que si los padres de la TV fueran como los reales no habría forma de que nuestros protagonistas favoritos viajen por el mundo solos o tengan una criatura mágica viviendo en sus cuartos.
Mientras tanto las series que muestran padres “reales” hacen de estos la causa de la mitad de las complicaciones.

El ejemplo que se me viene a la mente para estos últimos es el padre de Violetta, de la serie de Disney channel. No soy seguidora de la serie pero me tope con un episodio en el que Violetta –según lo que entendí- se ganó un viaje a España a una gran academia de baile por medio de un concurso. Pues bien, fue sencillamente ridículo el complot que tuvo que montarse para que Violetta concursara sin que su padre la viera. La reacción de él tampoco es para menos, “¿mi hija se ganó un viaje a una prestigiosa academia en un inocente concurso y haciendo algo que le apasiona? ¡Vamos a actuar como si la hubiera descubierto drogándose!”

Aunque el padre de Violetta me pareció un caso ridículamente extremo, veo que los padres de esta clase de series (live action juveniles) siguen un patrón similar. El patrón de enfadarse por cualquier cosa divertida que hagan los hijos protagonistas. A veces es justificado, como en Los Hechizeros de Waverly Place, en el que la protagonista es... bueno, mejor no entremos en detalles. O incluso puede llegar a ser disimulado, como el Lizzie Mcguire.

Mi apuesta es que, en esta especifica clase de series, los padres son así para que los adolescentes que vean las series se sientan identificados con los protagonistas. No olvidemos que en la adolescencia todo lo que hacen tus padres te parece tremendamente injusto. A veces de verdad lo es, pero en la mayor parte de los casos el acto o intención del padre no se corresponde con lo que perciben sus hijos. Así, la TV busca representar una caricatura de los padres, la versión de los hijos: amargados adultos que no saben de seguir sueños y que son más un obstáculo que una ayuda, aunque les tenemos cariño.

Aunque estos de arriba son una clase de padres fabricados por la TV para gusto de su target (los adolescentes), no me atrevería a justificar la personalidad de todos los padres del mundo de las pantallas de esta manera.

Creo que hay otras razones para que dichos padres sean o bien nulos o “son más un obstáculo que una ayuda”, y estás son algo más profundas.

No quisiera decirlo pero creo que parte de esos padres son tomados directamente de la realidad.

No los estoy juzgando pero no por nada generaciones como las mías son las que llamamos “criadas por la TV”. Para muchos de nosotros fue común llegar a casa de la escuela y que los padres estuvieran trabajando. Cuando finalmente llegaban el cansancio y la larga lista de cosas que aún tenían que hacer no les daba mucho tiempo ni energía, ni la mejor de las disposiciones para atendernos. En mi caso, en promedio, solo podía estar 30 minutos con mi mamá al día y ni siquiera la veía antes de irse a trabajar.

Siendo así crecimos sin que nuestros padres supieran nada de nosotros, ni de nuestros problemas. Llegaban cansados, nos regañaban por no haber hecho la tarea o haber roto algo y sin querer no nos daban mucho espacio (ni confianza) para que les habláramos del bravucón que nos molestaba o de cuánto queríamos tomar clases de guitarra. Paulatinamente contarles buenas noticias pedirles ayuda o permiso para cosas buenas (como ir a una pijamada) no era una opción.

Por eso, cuando nos sentamos frente a la TV no nos pareció raro que los niños de ese mundo tuvieran padres con personalidades nulas o estuvieran directamente ausentes. Estaban solos, como nosotros en casa frente al televisor.

Tampoco nos pareció raro que no les contara sobre esa increíble criatura mágica que ahora era su amigo, ni que escaparan continuamente por la ventana a aventuras nocturnas y fantásticas que serían eternamente secretas. Porque nuestros padres solo tenían tiempo para compartir con nosotros lo malo del día. No nos conocían, no conocían a nuestros amigos, no conocían los programas que nos gustaban, ni las cosas que nos apasionaban.

Pero los niños de TV no ocultan solamente lo bueno, también lo malo. Cuando tienen problemas no recurren a sus padres. De nuevo, eso tiene buena base en la realidad.

Hoy día miles de niños se enfrentan a maestros que van desde poco didácticos hasta pedófilos. Compañeros de clase abusivos y un mundo a veces muy frío y cruel. Luego ellos deben  volver a casa, escuchar como sus padres los regañan por ser “malos niños” que no hacen sus tareas y ver cómo le sacan un permiso -para ir con sus amigos y olvidar un rato su mal día- a esos casi desconocidos que cada vez que los ven  están enojados con ellos. La respuesta suele ser “no, estás castigado. Eres un niño malo”. Siendo así no es fácil ver a los padres como aliados. A veces, además, empeoran las cosas cuando se involucran.
De nuevo: no estoy juzgando a los padres. Se sabe que no es sencillo y que el sistema no ayuda. Pero no es el punto de este escrito profundizar en asuntos de crianza, solo señalar las partes que han ayudado a construir a los padres televisivos.

Para mí el programa que refleja mejor toda esta situación es “Los padrinos mágicos”. Timmy, el protagonista, recibe dos hadas mágicas tan solo por lo horrible que es su vida debido al descuido de sus padres. Estos lo dejan con una niñera que, incluso quitando las exageraciones caricaturesca, era una pedazo de loca que debería estar presa.

Es que el programa atrapa tan bien el paradigma que vengo explicando que tiene un especial llamado “Los padrinos mágicos: cazadores de canales.” Un especial donde Timmy decide huir de casa al mundo de la TV luego de que sus padres nos quisieran creerle las cosas malvadas que le hacia su niñera.

Tengo que explicarles que la niñera logró entrar a ese mundo de la TV y el resto del especial fue Timmy tratando de evitar que usara el poder de ese mundo para hacerse una dictadora. ¿Cómo logró vencerla? ¿Con ayuda de sus padres? ¡no! A pesar de que al final se reconcilia con sus padres ellos no fueron, ni de cerca, parte de la solución. En cambio una versión adulta de Timmy tuvo que venir del futuro para ayudarlo, es decir Timmy tuvo que –como muchos niños hoy día asumen deben hacerlo- resolver sus problemas solos.
Es cierto que hay padres de la TV que son muy diferentes a los que he planteado. Mufasa, por ejemplo, era lo que esperamos de un buen padre: severo pero cariñoso. Siempre allí para su hijo, más allá de que se portara mal.

Pero es que el tema de los padres en TV da para hablar mucho. De hecho, no me molestaría hacer un post complementario a este defendiendo a algunos de los mejores padres de la TV y a nuestros padres fuera de la pantalla. Porque soy consciente que los he simplificado mucho acá y hasta satanizado. Pero es la forma que encuentro para enfrentar un problema tan amplio y complejo.
Creo que lo más importante a recordar es que los padres son humanos y que en la mayoría de los casos aman a los hijos. Pero también que la TV, aunque deforme, es una suerte de espejo social y lo que dicen de los padres debería ser tomado más en serio.

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