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sábado, 25 de marzo de 2017

Cuento: El Principe del Pozo

Un pozo de los deseos que estaba justo en la frontera entre tres pueblos solía emitir el más precioso de los cantos. En el primer pueblo decían que era porque allí vivía un príncipe hada, mientras que en el segundo afirmaban que era un príncipe duende; hubo muchas peleas por esta diferencia de opiniones pero sobre todo jóvenes enamoradas de la voz del pozo. 

Una de ellas iba a diario a lanzar una moneda deseando que el príncipe la llevara a su reino para que se casaran. Se dice que un día -cuando la dote al fin fue suficiente- lo consiguió porque la joven cayó al pozo y no volvió a salir.

sábado, 7 de julio de 2012

Cuento: Bitácora de una ciudad sedienta

Bitácora:
Viernes 5:00PM Me despertó una puerta aventada con toda fuerza, la de la entrada de la casa. Permanezco inmóvil en la cama, no me permito pensar y me empujo de nuevo al sueño. Es necesario no gastar fuerzas, no pensar en ello, porque si no el estrés me lo hará todo peor…

jueves, 29 de septiembre de 2011

Cuento: Mi aterradora tercera ventana

En el primer cuarto que tuve había una ventana que de noche me asustaba con las sombras de los arboles, pero que en la mañana me alegraba con el canto de los pájaros.

En mi segundo cuarto  la ventana era indiferente ya que estaba siempre tapada por una larga y gruesa cortina. Para que no penetraran los calientes rayos solares de esa región.  Allí no había mucho que ver, de todas formas.

En mi tercer cuarto tengo la ventana más grande, hasta ahora. Es todo el ancho de la pared y más de la mitad del largo. Parece un lienzo dónde se plasma el cielo y extendiendo el brazo puedo tocar las nubes.

 Y mientras estoy acostada  es la ventana más maravillosa que he tenido. Pero  al levantarme, y ver más de cerca, observo ante mí un gran barrio donde cada noche la sangre corre.

jueves, 28 de abril de 2011

Cuento: La gran foto

         Llevaba todo el día en la calle con mi cámara al cuello, para cazar “La gran foto”, pero en realidad solo estaba consiguiendo mediocridades. El hambre me golpeaba  tan fuerte que no podía esperar llegar a casa para tomar bocado. De todas formas ¡no tenía qué diablos comer en el basurero donde dormía! Abrí la cartera,  y luego de mandar al cuerno los pocos bolívares que tenía, entré a una tienda. 

El tendero me hizo un gesto de bienvenida con la cabeza. Me mejoró el ánimo ver que era español, como yo. Me tomé mi tiempo para observar los escaparates para encontrar algo que espantará el hambre, pero no todo mi dinero, cosa que parecía imposible. ¿Dónde coño estaban los puños de gloria y riqueza que habían conseguido, en esta tierra, los nuestros en tiempo de Isabel I y de los que nos hablaban en la escuela  allá en Santiago?         

viernes, 11 de marzo de 2011

Cuento: Unidos hasta que la venganza nos separe


De repente estaba “aquí” y “ahora”. Me sentí fuera de lugar, si entender cómo y por qué llegué allí.  Había mucho movimiento a mí alrededor, la gente corría con sus extravagantes atuendos por todos lados. Parpadeé perpleja mientras miraba la caótica escena  que se me hacía extrañamente familiar.

-Hey, hey, hey. Acá no puede estar joven, sólo personal autorizado- Me dijo un policía señalando la típica tira amarilla.

Le dediqué una hosca mirada mientras me alejaba lentamente. Mi paso fue haciéndose más y más calmo mientras me perdía en mis pensamientos. Cerré y abrí los puños, una, dos, tres y muchas veces más mientras con la lengua humedecía mis labios los cuales eran bordeados por el frío sudor que se deslizaba por mi rostro.  Volteé a ver el sitio del cual me estaba alejando  mientras percibía que mi respiración se hacía más dificultosa, sabiendo que había cometido un error al dejar que el policía me negara el paso a los camerinos.

jueves, 3 de marzo de 2011

Cuento: Tic- tac: El tiempo del amor

 Son las cinco y media y la mujer hace rato que está despierta. La oscuridad y el miedo le son indiferentes; ella solo sabe que el mundo está allí para que ella se lo “coma”.

Ocho y treinta y llega contenta. No hay rastro de imperfección en su ropa pero todos saben que la doctora viene del gimnasio. Las enfermeras miran sus tonificadas y alargadas piernas con una envidia que se hace presente en sus miradas; miradas que se vuelven sumisas cuando la doctora, con  toda confianza, clava sus ojos en ellas. Hasta el director trata con todo respeto a aquella mujer que a pesar de ser jefa del departamento de cirugía consigue tiempo para presentarse (cantando) en los mejores sitios amateurs de la ciudad, y sí que aplaudían.


Dos y treinta y se accidenta. Rechaza la ayuda de un hombre sin preocupación; no importa lo que pase ella no necesita ayuda. Camina por la vida sin apoyarse en nada…ni en nadie.

miércoles, 26 de enero de 2011

Cuento: Amargos tragos del pasado y del presente también

La temblorosa mano se estiró para inspeccionar la amarillenta carta. Los ojos tardaron un rato largo lograr descifrar el escrito, a pesar de que aquella elegante letra había sido en cierta época, para él, muy fácil de leer:


Eran tiempos sencillos y románticos. Un joven honesto y trabajador podía lograr todos sus sueños sin salir mucho más allá de las diez calles que tenía el pueblo. Las noches de fiestas eran comunes, para gusto de las muchachas, quienes pavoneaban sus vestidos adornados con sus miradas y sonrisas, lo cual era del gusto de los muchachos. Fue en una de esas noche que Gregorio Toro conoció a Margarita Cortez.

sábado, 22 de enero de 2011

Cuento: Gloria hecha perfume

El aire se limitaba a ensanchar mis pulmones y yo me creía feliz con sólo eso. Pero un día impacto en mí una fragancia divinamente celestial. Fue cuando la flor del jardín trasero floreció, llevándole, con su olor, vida a mi vida.


Aun sin entender qué ocurría me dejé atrapar por aquel olor que acariciaba mi nariz para deslizarse sutilmente en mi interior y así hacerme todo suyo. Y yo era feliz sin saberlo porque ella bailaba con su olor a mí alrededor todo el tiempo por lo que todo el tiempo yo era feliz.


Inconscientemente empecé a dejar la venta abierta y el ambientador guardado. Ya no me interesaba aquellas superficiales fragancias hechas más por la maquina para la masa que por Dios para el alma.