A la hora de escribir una
historia se tiene claro la dirección de la trama y el final, o al menos ese es
el deber ser. Como autor ya se sabe quién es el asesino, el enamorado anónimo o
el código que necesita el héroe para detener una bomba, por decir algunos
ejemplos. Pero, y esto es un constante reto: ¿cómo lo sabe el personaje?
Si alguna vez has jugado
videojuegos notarás que el personaje tiende a indicarte objetos para recoger;
como jugador no le ves el sentido a las cosas que el juego te hace recolectar,
hasta que la trama avanza y lo guardado se vuelve indispensable. Por poner un
caso: en el primer juego de la saga Silent Hill el protagonista recogía una
pelota de goma sin justificación inmediata, pero más adelante en el juego se
usa para bloquear un agujero.
Aunque esto se tolere en el mundo
de los videojuegos (tampoco es que lo aplaudo mucho) no es muy aceptable en un
libro. Sí, hay autores que igual lo hacen mucho, suelen justificarlo diciendo que el personaje tuvo
una corazonada o porque es brillante.
Para mi esas son malas excusas.
Incluso las corazonadas tienen que tener base o una justificación. Pensemos en
el caso del universo de Harry Potter, Harry confía en Hagrid cuando lo conoció a pesar
de ser un hombre alarmantemente enorme que al parecer o estaba acosando y todo
por una corazonada. Harry no lo sabe, pero el sentimiento tiene su base en que
Hagrid lo salvó de los restos de su casa destruida cuando era un bebé y lo
llevó a salvo a casa de sus tíos.
Hay que admitir que es fácil caer
en la tentación de empezar a justificar que el personaje tenga conocimientos
sacados del aire. Hace falta explicarles muchas cosas a los lectores y a veces
se nos pasa y se suele tener claro el final de una historia pero no el camino a
este.
A veces todo lo que hace falta es
devolverse un par de páginas y agregar un detalle aquí y allá para que tenga
sentido que el personaje sepa o sienta algo en especial. Por ejemplo, basta
agregar a la descripción inicial de un personaje que tenía un tatuaje
relacionado al grupo de los malos para justificar que el protagonista sospeche
de este.
Claro, a su vez hay que
asegurarse que el protagonista aprendió el significado del tatuaje previamente
y de manera correcta; no es que vio un
tatuaje cualquiera y de pronto le parece tan malo de por sí que buscó “el gran
atlas de los tatuajes malvados” para justificar sus sospechas. No, puede
descubrir el significado del tatuaje después, si el autor lo prefiere, pero
entonces no tiene razones para sospechar del otro personaje por el tatuaje
hasta entonces.
Al final es un gran reto porque
como autor lo sabes todo y por eso le ves el sentido a que el personaje diga,
sepa o haga algo solo porque sí. Además
que el escritor construye personajes una y otra vez, cambiando su trama
personal dentro de la historia general una y mil veces y sus diferentes
versiones se empañan unas a las otras.
Pero es un reto positivo que
mantiene sana nuestra escritura y nuestra lógica. Y sin duda el lector agradecerá
que no nos saltemos a las respuestas sin mostrarles el proceso.
Todos estos comentarios igual me sirven para empezar a escribir. Gracias.
ResponderEliminarGracias a ti por leerme, un saludo y suerte con la escritura
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