sábado, 22 de enero de 2011

Cuento: Gloria hecha perfume

El aire se limitaba a ensanchar mis pulmones y yo me creía feliz con sólo eso. Pero un día impacto en mí una fragancia divinamente celestial. Fue cuando la flor del jardín trasero floreció, llevándole, con su olor, vida a mi vida.


Aun sin entender qué ocurría me dejé atrapar por aquel olor que acariciaba mi nariz para deslizarse sutilmente en mi interior y así hacerme todo suyo. Y yo era feliz sin saberlo porque ella bailaba con su olor a mí alrededor todo el tiempo por lo que todo el tiempo yo era feliz.


Inconscientemente empecé a dejar la venta abierta y el ambientador guardado. Ya no me interesaba aquellas superficiales fragancias hechas más por la maquina para la masa que por Dios para el alma.



Y la ventana se hizo puerta y el sillón tierra; saludé al cielo como a un viejo amigo, bendiciendo al frio y al calor pues eran contextos de nuestro encuentro.; Nos encerraban, no, mejor dicho encerraban al resto del mundo con paredes duras e impasables mientras que yo cerraba los ojos y olía, sí, olía gloria.


No sé cuando empezó pero se que fue mucho antes de que me diera cuenta. Ella se marchitaba.


Uno a uno sus pétalos cayeron  alejando el olor bendito de mí. El aire se volvió pesado sin esa fragancia y áspero, muy áspero, dolía. Un pétalo abajo y una lágrima que lo seguía; me volví un hombre miserable que abrazaba una flor que ya casi era espectro.


Y sus pétalos caídos junto con mis lágrimas, que no eran más que trozos de nuestras almas muertas, ya no volverían sino en forma de oscuridad asfixiante. Intenté volver mis lágrimas agua dulce pero eso no impidió que llegara: La amargura.


Y ahora, me arrastro en la oscuridad que me deja ver la ausencia de su olor.; que duró, luego de su partida, un tiempo en el ambiente y un poco más en mi memoria. Esta última adornaba falsamente el aire- que ahora me oprime en vez de ensancharme- para dejarme llevar una vida a medias. Si es que acaso no estoy ya medio muerto pues así me siento sin esa fragancia que era gloria.

"Y así es como terminó"

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