El aire se limitaba a
ensanchar mis pulmones y yo me creía feliz con sólo eso. Pero un día impacto en
mí una fragancia divinamente celestial. Fue cuando la flor del jardín trasero
floreció, llevándole, con su olor, vida a mi vida.
Aun sin entender qué
ocurría me dejé atrapar por aquel olor que acariciaba mi nariz para deslizarse
sutilmente en mi interior y así hacerme todo suyo. Y yo era feliz sin saberlo
porque ella bailaba con su olor a mí alrededor todo el tiempo por lo que todo
el tiempo yo era feliz.
Inconscientemente
empecé a dejar la venta abierta y el ambientador guardado. Ya no me interesaba
aquellas superficiales fragancias hechas más por la maquina para la masa que
por Dios para el alma.
Y
la ventana se hizo puerta y el sillón tierra; saludé al cielo como a un viejo
amigo, bendiciendo al frio y al calor pues eran contextos de nuestro
encuentro.; Nos encerraban, no, mejor dicho encerraban al resto del mundo con
paredes duras e impasables mientras que yo cerraba los ojos y olía, sí, olía
gloria.
No sé cuando empezó
pero se que fue mucho antes de que me diera cuenta. Ella se marchitaba.
Uno a uno sus pétalos
cayeron alejando el olor
bendito de mí. El aire se volvió pesado sin esa fragancia y áspero, muy áspero,
dolía. Un pétalo abajo y una lágrima que lo seguía; me volví un hombre
miserable que abrazaba una flor que ya casi era espectro.
Y sus pétalos caídos
junto con mis lágrimas, que no eran más que trozos de nuestras almas muertas,
ya no volverían sino en forma de oscuridad asfixiante. Intenté volver mis
lágrimas agua dulce pero eso no impidió que llegara: La amargura.
Y ahora, me arrastro en la
oscuridad que me deja ver la ausencia de su olor.; que duró, luego de su
partida, un tiempo en el ambiente y un poco más en mi memoria. Esta última
adornaba falsamente el aire- que ahora me oprime en vez de ensancharme- para
dejarme llevar una vida a medias. Si es que acaso no estoy ya medio muerto pues
así me siento sin esa fragancia que era gloria.
"Y así es como terminó" |
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