viernes, 11 de marzo de 2011

Cuento: Unidos hasta que la venganza nos separe


De repente estaba “aquí” y “ahora”. Me sentí fuera de lugar, si entender cómo y por qué llegué allí.  Había mucho movimiento a mí alrededor, la gente corría con sus extravagantes atuendos por todos lados. Parpadeé perpleja mientras miraba la caótica escena  que se me hacía extrañamente familiar.

-Hey, hey, hey. Acá no puede estar joven, sólo personal autorizado- Me dijo un policía señalando la típica tira amarilla.

Le dediqué una hosca mirada mientras me alejaba lentamente. Mi paso fue haciéndose más y más calmo mientras me perdía en mis pensamientos. Cerré y abrí los puños, una, dos, tres y muchas veces más mientras con la lengua humedecía mis labios los cuales eran bordeados por el frío sudor que se deslizaba por mi rostro.  Volteé a ver el sitio del cual me estaba alejando  mientras percibía que mi respiración se hacía más dificultosa, sabiendo que había cometido un error al dejar que el policía me negara el paso a los camerinos.



  Quería moverme, hacer algo, ¡entrar en acción! Pero no podía porque aunque la ansiedad y el miedo me invadían no sabía que era aquel urgente deber que trataba de saltar a mi memoria para hacerme  correr.  Con la mirada  centrada en ninguna parte golpeé mi pierna suavemente, chasqueé fastidiada la lengua.  Fue cuando un estrepito que vino de la calle de abajo me trajo de nuevo al momento, el desfile había iniciado.

  Corrí entre la gente ignorando las comparsas y carrozas. La gente se molestaba por mi brusco paso que se abría camino a punto de empujones y descortesías, tal proceder le costaría caro a este cuerpo tan solo en unos minutos. Pero eso no importaba en aquel momento, tenía que llegar a la ventana antes de que fuera muy tarde, si lo lograba todo…
        
 Otro grito de la muchedumbre se hizo eco junto al particular toque de la banda principal. Se acercaba, tenía que llegar antes de que él pasara por ese punto; el centro del recorrido, donde todo llegaría a su clímax.  Reanudé mi carrera con el corazón encogido  rogando que este nuevo plan sí funcionara. Aunque ¿plan para qué?

         -¡Vamos, vamos!- Le grité a la puerta de un apartamento mientras trataba de abrirla- ¡Sí!- 

 Me lancé en dirección a la ventana, justo a tiempo para verlo acercarse: El rey del carnaval, que ese día sería el último. Me puse en posición, apunté, agradeciendo la existencia de esa ventana, el único lugar que permitía hacer el buscado tiro, aquel que podría tumbar de su trono para siempre a esa maliciosa representación del consumismo y la superficialidad. Y justo antes del fatal disparo nos miramos. Fue cuando me pregunté, consiente de lo extraño que era todo aquello,  por qué él llevaba un vestido y yo esos vulgares atuendos masculinos. Él susurró unas palabras que, como si los dos estuviéramos en una dimensión diferente a los de todos los demás, pude escuchar perfectamente:

De nuevo falló su majestad- Dijo burlón y malicioso- ¡gracias! ha sido muy divertido verla perderse en mi rol. Mejor suerte para el próximo aniversario

Y con eso recordé: Ya estábamos muertos. 
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Fin

         No hay cultura o persona que no haya pensado acerca de lo que ocurre luego de morir. El resultado ha sido mitologías, creencias, fabulas, mitos urbanos y demás de las que todos sabemos un poco.

         Yo creo que hasta las películas son reflejo de lo que creemos pasa luego de morir; como por ejemplo la película infantil “Gasperin” o las películas japonesas de fantasmas (que de hecho me inspiré en una de ellas para escribir este cuento). 

         Entonces ¿qué crees tú que pasa al morir?, ¿es igual para todos? No estoy en posición de responder- ni siquiera tengo el interés de hacerlo- esas preguntas. Pero lo que me atrae de todo este asunto de la muerte es el sin fin de historias y similares que inspira (Hades, los shinigamis, incluso la película “Destino final 1”).

         Y aunque hay otros “temas” que han alimentado, a lo largo de la historia, el imaginario colectivo con la misma fuerza (sexo, fenómenos naturales, El creador, etc) es evidente que la muerte es un tópico especial -que ha inspirado muchas interesantes historias-. Después de todo ella sigue vigente hoy por hoy. 

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